Una alimentación rica en carbohidratos podría aumentar el riesgo de desarrollar demencia senil
Los niveles de azúcar en la sangre crónicamente elevados ejercen una influencia profundamente negativa en su capacidad de pensamiento, incluso en las personas que no padecen diabetes tipo 2.
La investigación sugiere que incluso si se encuentra saludable, mantener niveles de azúcar en la sangre más bajos de lo que usualmente se considera «normal» es lo mejor para su salud cerebral.
Una alimentación rica en carbohidratos no solo es perjudicial por su impacto en los niveles de insulina y leptina, sino también debido al gluten.
El gluten hace que sus intestinos e incluso su cerebro sean más permeables, lo que permite que las proteínas entren en su torrente sanguíneo las cuales, de otro modo, habrían sido excluidas; esto sensibiliza su sistema inmunológico y promueve la inflamación y autoinmunidad. Una de las mejores estrategias alimenticias para proteger su salud cerebral es reducir el consumo de carbohidratos (no vegetales), incluidos los azúcares y granos, al mismo tiempo que aumenta su consumo de grasas saludables.
Si le interesa proteger su salud cerebral y prevenir la demencia, incluida la enfermedad de Alzheimer, se están llevando a cabo investigaciones para respaldar una estrategia alimenticia que es clave…es decir, evitar el azúcar y los carbohidratos, incluido el gluten.
El año pasado, entrevisté al Dr. David Perlmutter—quien desde mi punto de vista probablemente sea el neurólogo más destacado en medicina natural de los Estados Unidos–cuyo libro Grain Brain que se encuentra en la lista de los más vendidos del New York Times, ha llevado este tema al frente de la medicina.
Hace poco amplió sobre este tema en una entrevista en Alternative and Complementary Therapies, donde cita aún más investigaciones que demuestran que una alimentación rica en carbohidratos podría ser perjudicial para la salud cerebral.
Los Niveles de Azúcar en la Sangre Más Elevados son Dañinos Para su Cerebro.
De acuerdo con una investigación reciente que fue publicada en Neurology, los niveles de azúcar en la sangre crónicamente elevados ejercen una influencia profundamente negativa en la función cognitiva, que los investigadores creen que «posiblemente esté mediada por cambios estructurales en áreas cerebrales que son relevantes para el aprendizaje».
Sin embargo, uno de los aspectos más importantes del estudio fue que estos efectos negativos ocurrieron incluso en personas sin diabetes tipo 2, lo que sugiere que inclusive si se encuentra «saludable», mantener sus niveles de azúcar en la sangre más bajos de lo que por lo general se considera «normal» quizás sea lo mejor para su salud cerebral. Los investigadores destacaron:
«… las estrategias que tienen el objetivo de reducir los niveles de glucosa, incluso dentro del rango normal, podrían influir beneficiosamente en la cognición de la población de más edad».
Esto no es sorprendente del todo ya que otras investigaciones han descubierto que la alteración de la respuesta a la insulina se asocia con un riesgo 30 % más alto de desarrollar la enfermedad de Alzheimer3 y demencia en general, además, los riesgos cognitivos se asociaron con niveles elevados de insulina sérica en ayunas, resistencia a la insulina e intolerancia a la glucosa.
Sin embargo, el nuevo estudio y otro que fue publicado el año pasado4 sugieren que los niveles más elevados de azúcar en la sangre podrían ser perjudiciales para su cerebro, incluso si no padece ninguna de las enfermedades anteriores.
Cada vez está más claro que el mismo proceso patológico que conduce a la resistencia a la insulina y diabetes tipo 2 también podría tener el mismo efecto sobre su cerebro.
Al excederse en su consumo de azúcar y granos, su cerebro se siente abrumado por tener niveles constantemente elevados de insulina y eventualmente detiene su señalización de insulina, esto provoca deterioros en su capacidad mental y en la memoria, y con el tiempo causa un daño cerebral permanente.
Una Alimentación Rica en Carbohidratos Podría Aumentar en un 89 % su Riesgo de Padecer Demencia
En uno de los estudios más destacados sobre los carbohidratos y el cerebro, los investigadores revelaron que quienes consumían mayores cantidades de carbohidratos en su alimentación tenían un riesgo 89 % mayor de desarrollar demencia.
En cuanto a aquellos cuya alimentación era más rica en grasas… su riesgo disminuyó en un 44 %.
El Dr. Perlmutter dice: «Vivimos con la idea de que una caloría es una caloría, pero al menos en términos de salud cerebral, y creo que también para el resto del cuerpo, existen grandes diferencias entre las fuentes de nuestras calorías y su impacto en nuestra salud.
Las calorías de los carbohidratos, que elevan la glucosa en la sangre, son mucho más perjudiciales para la fisiología humana, y en particular para la salud de las personas, en comparación con las calorías derivadas de fuentes de grasas saludables.
El tipo de alimentación que recomiendo–rico en grasas y bajo en carbohidratos–simplemente es la alimentación que hemos consumido durante millones de años, por lo que tiene un poco de antecedentes. La idea de que se trata de una nueva dieta revolucionaria debe ponerse en contexto.
En realidad, la alimentación que las personas están llevando ahora es terriblemente rica en carbohidratos y baja en grasas, tal como lo recomiendan nuestras instituciones gubernamentales, y representa el mayor desafío para la fisiología humana que hayamos experimentado, además, es muy, muy alarmante».
Una de las razones por las que una alimentación rica en carbohidratos es tan perjudicial se debe a la fructosa. Probablemente ya haya notado que me apasiona advertir sobre los peligros de consumir fructosa refinada.
No tengo NINGUNA duda de que consumir más de 25 gramos de fructosa al día aumentará dramáticamente su riesgo de padecer demencia y Alzheimer. También, consumir mucha fructosa inevitablemente causará estragos en su capacidad corporal para regular los niveles adecuados de insulina.
La investigación también demuestra que las ratas alimentadas con jarabe de fructosa manifestaron un deterioro significativo en sus habilidades cognitivas—tuvieron dificultades para recordar la manera de salir de un laberinto. Fueron más lentas, y sus cerebros expresaron una disminución en la actividad sináptica.
Sus células cerebrales tuvieron problemas para señalarse mutuamente y eso alteró la capacidad de las ratas para pensar con claridad y recordar la ruta que habían aprendido seis semanas atrás. Sin embargo, hay otro componente en llevar una alimentación rica en carbohidratos que podría ser igualmente dañino.
La Sensibilidad al Gluten También Podría Dañar su Cerebro
El Dr. Perlmutter hace énfasis en que la sensibilidad al gluten está involucrada en la mayoría de las enfermedades crónicas, incluidas las que afectan a su cerebro, debido a la manera en que el gluten afecta su sistema inmunológico.
Por desgracia, muchas personas, incluidos los médicos, todavía creen que si no presenta enfermedad celíaca o síntomas digestivos, el gluten es una buena opción y puede consumir todo lo que quiera.
La enfermedad celíaca completamente desarrollada, que es una forma extrema de sensibilidad al gluten, mediada inmunológicamente, afecta sobre todo al intestino delgado y tiene un alcance que afecta a aproximadamente el 1.8 % de las personas en las culturas occidentales.
Sin embargo, la sensibilidad al gluten no celíaca en realidad podría afectar a entre el 30 o 40 % de todas las personas, y según el Dr. Alessio Fasano del Hospital General de Massachusetts, a prácticamente todos nos afecta hasta cierto punto.
Esto se debe a que en nuestro intestino todos creamos algo llamado zonulina como respuesta al gluten. Estas proteínas difíciles de digerir, conocidas como prolaminas, que se encuentran en el trigo, cebada y centeno, hacen que el intestino sea más permeable, lo cual permite que las proteínas que no pueden ser digeridas ingresen a su torrente sanguíneo las cuales, de no ser así, hubieran sido excluidas. Eso después sensibiliza su sistema inmunológico y promueve la inflamación y autoinmunidad.
Según el Dr. Perlmutter, gran parte de nuestra actual carga de enfermedades se deben al hecho de que estamos contaminando nuestro sistema inmunológico con proteínas a las que el sistema inmunológico humano nunca antes había estado expuesto en la historia de la humanidad.
Considero que otro factor importante es el desarrollo de los granos trasngénicos (GE), que ahora predominan en la mayoría de los alimentos procesados que se comercializan en los Estados Unidos.
Estos cultivos transgénicos crean proteínas que nunca antes ningún grano o alimento natural habían contenido, por lo que los granos transgénicos producen un doble ataque contra su sistema inmunológico.
Las alergias alimentarias claramente parecen ser uno de los efectos secundarios más notables de consumir granos transgénicos. El Dr. Perlmutter explica el papel del gluten en su salud cerebral:
«Con respecto al consumo de gluten, hemos recorrido un largo camino desde comprender que la enfermedad celíaca existe, hasta reconocer actualmente que, de acuerdo con los principales investigadores, también existe la sensibilidad al gluten no celíaca, que podría afectar al 30% de la humanidad.
Marios Hadjivassiliou [MD del departamento de neurología en el Royal Hallamshire Hospital de Sheffield, Reino Unido] dijo, tan poéticamente que, en ocasiones, la sensibilidad al gluten podría ser únicamente una enfermedad neurológica que básicamente es extraintestinal, y que no necesitamos tener problemas intestinales para definirla como sensibilidad al gluten.
De hecho, actualmente estamos viendo bibliografía que apunta claramente a la sensibilidad al gluten como responsable de una variedad de problemas neurológicos, incluida la depresión, disfunción cognitiva, convulsiones e incluso dolores de cabeza».
Su Cerebro Necesita Grasas Saludables
La alimentación rica en carbohidratos tiene otra desventaja y una tendencia a ser baja en grasas beneficiosas–una relación que ha sido respaldada por las recomendaciones alimenticias «oficiales» que desprestigiaron a las grasas durante décadas.
De acuerdo con el Dr. Perlmutter, nuestra actual fobia a las grasas alimenticias «sin duda ha sido pieza fundamental de las enfermedades degenerativas más comunes que padecemos hoy en día, incluida la enfermedad de Alzheimer».
¿Por qué? Porque cuando reduce su consumo de grasas alimenticias y mantiene la misma cantidad de proteína, reemplaza sus carencias con alimentos ricos en carbohidratos que perjudican su salud, sobre todo los granos.
Las grasas beneficiosas que promueven la salud que su cuerpo–y sobre todo su cerebro—necesarias para una función óptima incluyen, por ejemplo, a la mantequilla orgánica de leche sin pasteurizar, mantequilla clarificada llamada mantequilla orgánica sin pasteurizar proveniente de animales alimentados con pastura, aceitunas, aceite de oliva virgen y orgánico, aceite de coco, frutos secos como las nueces pecanas y macadamias, huevos de gallinas criadas en libertad, salmón silvestre de Alaska y aguacate.
El Dr. Ron Rosedale me enseñó por primera vez la importancia de la resistencia a la insulina y una alimentación moderada en proteínas (y por lo tanto rica en grasas) y baja en carbohidratos.
La mayoría de los defensores del bajo contenido de carbohidratos aceptaban, si no es que también promocionaban, el elevado consumo de proteínas y con frecuencia, éstas, se recomendaban y todavía se recomiendan como sustituto de los carbohidratos.
Sin embargo, una alimentación rica en grasas y baja en carbohidratos es muy diferente a una rica en proteínas y baja en carbohidratos, y lo cual es muy confuso tanto para el público como para los investigadores al realizar estudios y publicar conclusiones.
El Dr. Rosedale cree que la cantidad de proteína recomendada en promedio para la mayoría de los adultos es de aproximadamente un gramo de proteína por kilogramo de masa corporal MAGRA, o medio gramo de proteína por libra de peso corporal magro. (Como ejemplo, si su masa corporal grasa es del 20 %, su masa corporal magra es el 80 % de su peso corporal total).
En resumen, la mayoría de las personas consumen demasiadas proteínas y carbohidratos de baja calidad, y no obtienen suficientes grasas saludables. La clave es consumir grasas naturales de alta calidad, y bastantes. El Dr. Perlmutter profundiza:
«… la calidad de las grasas que consumimos es totalmente fundamental. Cuando hablamos de una alimentación rica en grasas, no estamos hablando de los alimentos que se encuentran en el pasillo de los pastelillos del supermercado, los cuales contienen grasas trans modificadas e hidrogenadas que claramente son peligrosas para su salud.
Representan un gran riesgo para el desarrollo de trastornos cerebrales, cardíacos, diabetes, etc. Estamos hablando de esas hermosas grasas naturales que hemos consumido durante más de dos millones de años».
Inclinar la Balanza Hacia un Cerebro Más Saludable
La enfermedad de Alzheimer, el tipo de demencia más común, es la sexta principal causa de muerte en los Estados Unidos. Esta enfermedad mortal y progresiva destruye las células cerebrales, lo que provoca una grave pérdida de la memoria y del pensamiento, además de problemas de conducta (agresión, delirios y alucinaciones) que interfieren con su vida y actividades cotidianas.
Es una de las enfermedades más temidas debido que en la actualidad no tiene cura… sin embargo, hay medidas de prevención que puede tomar. Su cerebro no está «programado» para contraerse y fallar inevitablemente a medida que envejece.
Ahora se sabe que todas las actividades en las que participa–ya sea ejercicio, alimentos que consume, suplementos que toma, sus relaciones personales, estado emocional y patrones de sueño—son todos los factores que influyen de forma significativa en su expresión genética en un momento dado. Y esto, a su vez, influye sobre su salud general y sus riesgos de padecer enfermedades, incluido su cerebro.
Las estrategias de estilo de vida que promueven la neurogénesis y el redesarrollo de las células cerebrales incluyen lo siguiente. Todas estas estrategias se dirigen a una vía génica en específico, llamada BDNF o factor neurotrófico derivado del cerebro, que promueve el crecimiento y la conectividad de las células cerebrales como se demuestra en los exámenes de resonancia magnética (MRI).
Por lo tanto, si está buscando la manera más directa de reducir su riesgo de padecer demencia, incluida la enfermedad de Alzheimer, este es el plan a seguir. Como lo notará, gran parte del plan consiste en modificar su alimentación para reducir su consumo de carbohidratos poco saludables y aumentar sus grasas saludables:
Reduzca su consumo de carbohidratos (no vegetales), incluidos azúcares y granos.
Aumente su consumo de grasas saludables.
Aumente su consumo de grasas omega-3 y reduzca las grasas omega-6 que están dañadas (por ejemplo, las de los aceites vegetales procesados) con el fin de equilibrar su proporción de omega-3 a omega-6.
En este caso prefiero el aceite de kril al aceite de pescado debido a que el primero también contiene astaxantina, que al parecer es particularmente beneficiosa para la salud del cerebro.
Como lo explicó el Dr. Perlmutter, la astaxantina está muy «enfocada» en reducir los daños de los radicales libres en las grasas, y el cerebro tiene entre un 60 y 70 % de grasa.
En lo personal, creo que hay pruebas muy convincentes de que suplementar con 12 mg de astaxantina ayuda a prevenir el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer
Ejercítese. La actividad física produce cambios bioquímicos que fortalecen y renuevan no solo su cuerpo, sino también su cerebro—sobre todo las áreas asociadas con la memoria y el aprendizaje.
Reduzca su consumo total de calorías.
Fuente: Doctor Mercola
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